Diez años después del Roma Youth Action Plan

by Ramón Flores

CoE(1)

En septiembre de 2011, como seguimiento de la Declaración de Estrasburgo, el Consejo de Europa reunió en una Conferencia a jóvenes gitanos para hablar sobre los temas de la declaración (ciudadanía y no discriminación, inclusión social y cooperación internacional) y empezar a marcar las prioridades y actividades que debían ser incluidas en el “Roma Youth Action Plan”. Una Conferencia organizada en cooperación con las grandes organizaciones juveniles gitanas del momento, FERYP, TernYpe y Pakiv.

Destacar el rol de la juventud dentro de las políticas que afectan a las comunidades gitanas, fue, es y será siempre una prioridad para el Consejo de Europa, así como a todas las organizaciones juveniles y actores relevantes que han estado años trabajando para que una voz que representa a muchos millones de personas sea escuchada y tenida en cuenta.

Principalmente FERYP, por haber sido la primera y más longeva organización juvenil gitana, fue pionera en muchísimas cosas. Fue la primera en hablar abiertamente sobre temas que hace diez-quince años, aún eran tabú no solo entre las comunidades gitanas, sino en la sociedad en general y en la juventud europea en particular.

Hablar de identidades diversas dentro de las comunidades, hablar de empoderamiento de las mujeres jóvenes, ser los primeros en salir del círculo “los gitanos para los gitanos” y abrir el campo de actuación cooperando con otras organizaciones juveniles, fueron tan solo unas cuantas pinceladas de la creatividad, iniciativa y valentía de la juventud gitana europea hace unos años.

Los principales elementos que se trabajaron en la Conferencia de Estrasburgo en 2011 fueron:

  • Cambiar prejuicios y estereotipos.
  • Desarrollar la participación y autonomía de la juventud gitana.
  • Defender los derechos humanos a través del empoderamiento de los jóvenes, formándolos en la educación de los derechos humanos.
  • Promover la igualdad de oportunidades en áreas como la educación, vivienda, salud y empleo.
  • Promocionar la identidad, la cultura y las lenguas gitanas.

Hoy, diez años después de aquella Conferencia (once, en realidad, pues ha habido una pandemia por medio), el Consejo de Europa ha cambiado el formato sobre el rol y la participación de los jóvenes y las comunidades gitanas.

El próximo 12 de octubre, el Consejo reunirá a un numeroso grupo de activistas gitanos para discutir sobre la implementación del Plan de Acción Estratégico del Consejo de Europa para la Inclusión de los Gitanos y Viajeros (Travellers).

De nuevo, se hablará sobre:

  • El rol de las comunidades gitanas en el desarrollo de la sociedad civil europea.
  • Hablar sobre las propuestas de colaboración entre la sociedad civil gitana y el Consejo de Europa.
  • El rol de las redes gitanas y su cooperación con otros grupos de interés.
  • Intercambiar experiencias y compartir las buenas prácticas sobre inclusión gitana.

 

Llama poderosamente la atención -o al menos, llama la mía- las temáticas a discutir. Desde que yo conozco el Consejo de Europa y sus actividades, apenas ha cambiado sus expectativas y su rol. Eso no quiere decir que no sea necesario, de hecho, lo es más que nunca y el Consejo de Europa siempre será uno de los actores más importantes en el desarrollo y participación de las comunidades gitanas, dándole voz donde otras instituciones a nivel europeo o nacional jamás lo han hecho.

Sin embargo, la juventud gitana, a pesar de tener un plan concreto de acción, de haber sido actor principal en los últimos años, parece que sigue quedándose difuminada y acoplada a otros programas. Si alguien toma unos segundos en mirar las actividades del Roma Youth Action Plan, se detienen en 2017, al menos de manera de oficial. Aun así, el pasado 8 de abril hubo una actividad sobre empoderamiento y participación juvenil organizada por ERGO Network y Phiren Amença, las organizaciones que han tomado el relevo y hoy son actores principales sobre juventud gitana.

El rol de la juventud gitana a nivel internacional, al menos con el Consejo de Europa, se ha integrado dentro del Council of Europe Strategic Action Plan for Roma and Traveller Inclusion (2020-2025). Suponemos que es una acción para reducir costes debido a la crisis mundial y al cierre que han ejercido determinados países en sus aportaciones al Consejo y en particular, al departamento de ciudadanía democrática y participación.

Esto no debería ser un problema en sí, pero quizá el rol y el protagonismo de la juventud gitana no ha evolucionado como habíamos soñado unos años atrás. Es posible que ahora, unos años después, los nuevos líderes de la juventud gitana, quieran volver a sacudir Europa y dejar su huella asumiendo un nuevo rol.

Las políticas actuales de las instituciones europeas, como podemos ver, no son diferentes a lo que eran hace unos años y un nivel sustancial de incertidumbre rodea a toda una serie de políticas y proyectos puestos en marcha por el Consejo. Pero antes de que se entre de nuevo en la dinámica de hacer aportaciones y recomendaciones sobre como empoderar a las comunidades gitanas, como formar nuevos líderes y promover la inclusión social, tal vez los propios líderes deberían introducir nuevas reformas y protestas; deben hacer una pausa para asegurarse de que no están repitiendo los errores del pasado.

Esto es particularmente importante cuando las capacidades de las instituciones europeas están en declive y hay menos dinero disponible para el desarrollo de actividades y proyectos. No podemos darnos el lujo de dejar que los conocimientos adquiridos durante tantos años de lucha y trabajo sobre lo que funciona -y lo que no funciona- se desperdicien.

La experiencia adquirida por los que ya estuvimos allí, revela una necesidad crítica de establecer un marco claro para la participación gitana que defina pautas y puntos de referencia para determinar quién está involucrado, en qué etapa, con qué «nivel» de participación y la metodología mediante la cual se llevará a cabo.

La calidad de los procesos participativos de la juventud gitana se ha visto restringida por la capacidad limitada de los gobiernos europeos y la propia sociedad civil. Los gobiernos carecen de habilidades para ejecutar procesos que se proponen a nivel europeo pero que después son incapaces de ejecutar a nivel nacional. La sociedad civil gitana europea sigue careciendo de habilidades de análisis y elaboración de políticas y recursos financieros y, en algunos casos, conexiones con las bases, paradójicamente en esa Europa del este donde tanto hincapié se hace.

Debería ser de vital importancia que los jóvenes, principalmente desde las áreas locales y nacionales, den un golpe en la mesa y prioricen el aprendizaje y la innovación sin la distracción de más cambios en las políticas que surgen desde Estrasburgo. En lugar de cambiar las prioridades o introducir más recomendaciones, la atención debe centrarse en afrontar los desafíos que hoy se encuentran las comunidades gitanas en general y la juventud en particular, aprovechando al máximo lo que ya sabemos. No olvidemos que las instituciones europeas deben estar al servicio de la sociedad civil y no al revés, y deben alentar el trabajo en las áreas que la sociedad civil gitana demande, no solo inventar cosas nuevas, como una forma de ahorro eficiente y mejores servicios para los ciudadanos gitanos europeos.

Si nos dicen que diez años después tenemos que seguir haciendo recomendaciones sobre cómo luchar contra el antigitanismo y seguir compartiendo buenas prácticas sobre inclusión gitana, es que algo hemos hecho mal. Recuerden eso de:

“La locura es hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”

Porque eso es asumir que no hemos sabido combatir el antigitanismo y que lo de compartir buenas prácticas no sirve para nada. Porque sigo creyendo firmemente que no necesitamos formar a más jóvenes líderes gitanos para luchar contra el antigitanismo, sino que tenemos que implicar al resto de la sociedad a que sean ellos los que tomen un rol activo, derriben sus prejuicios y se pongan a trabajar codo con codo con nosotros y no solo vernos desde la distancia y aplaudir lo mucho que nos implicamos…

Es la hora de adaptar las nuevas realidades de la juventud y las necesidades de la gente para atajar y desarrollar programas más efectivos y detener esta rueda infinita de hablar siempre de lo mismo. Es hora de admitir que no hemos hecho todo bien, que nos hemos equivocado y que hemos aprendido de los errores. Los desafíos son los suficientemente grandes e importantes para que la nueva generación de jóvenes, sobradamente preparados, sean capaces de generar sus propias oportunidades y reclamar sus demandas. Esto implica aprender de lo que salió mal y de lo que salió bien, y comprender el meollo de la cuestión: de dónde provino una iniciativa, cómo se desarrolló y las formas de trabajo que se pueden aplicar en otros lugares, no solo en los detalles de un programa a tratar en un seminario de dos días. Ser conscientes de cuáles son las partes que hubiéramos hecho de manera diferente, cuáles son las partes que estropeamos y qué aprendimos de eso.

El Consejo de Europa y el resto de instituciones europeas también deberían tomar nota del aprendizaje alcanzado estos años. Saben cómo hacerlo, el Consejo Asesor de la Juventud (The Advisory Council on Youth) es el mejor ejemplo de ello: mantener fuertes vínculos con lo que sucede sobre el terreno y escuchar activamente a las comunidades locales sobre lo que debería ser una nueva era en esta Europa tan cambiada y cambiante.

Así que este es un amable recordatorio a la generación de jóvenes que ahora debe dar un paso al frente: Tómense el tiempo necesario para analizar el presente, aprendan del pasado y protesten, no se conformen, derriben todos los obstáculos, desechen lo que no sirve y construyan sobre los pilares que funcionan.

(Image source: www.coe.int)