Seguimos a vueltas con el romanó estándar: qué cansino

por Nicolás Jiménez González

Ilustración del pintor gitano albano Ferdinand Koci en la que satiriza el modo en que los “científicos” ven las variantes dialectales romaníes

Ilustración del pintor gitano albano Ferdinand Koci en la que satiriza el modo en que los “científicos” ven las variantes dialectales romaníes

 

Una lengua estándar es una variedad ampliamente difundida y, en general, entendida por todas las personas hablantes de la misma. Es el modelo de lengua unitario utilizado en la educación formal, en la enseñanza del propio idioma, por los medios de comunicación, para los usos oficiales y los usos escritos y formales y que, históricamente, se viene utilizando para cohesionar política y socialmente el territorio donde dicha lengua es oficial.

¿Ocurre algo de esto con el llamado “romanó estándar”? No. No hay ninguna variedad de romanó que esté ampliamente difundida, que sea entendida por todas las personas hablantes de la misma. No hay tampoco un modelo unitario de lengua que se enseñe oficialmente. Y, por supuesto, no hay ningún territorio oficial para el romanó aunque el romanó esté reconocido en diferentes territorios.

En diversos lugares de Europa se enseña romanó de manera más o menos oficial. La más de las veces a iniciativa de alguna organización gitana. Lo más parecido a un sistema oficial de enseñanza del romanó lo encontramos en Rumania donde se enseña en unas 200 escuelas.

Los modelos de lengua que se enseñan están basados en las variantes dialectales dominantes en esos lugares. Por ejemplo, en Rumania la base es la variante kalderash. Eso sí, utilizan el alfabeto aprobado en el 4º Congreso Mundial Gitano (Varsovia, 1990) que ya es un avance importante en el proceso de estandarización.

El objetivo de la estandarización del romanó está en la misma base del surgimiento del movimiento gitano internacional: ya en el 1er Congreso Mundial Gitano (Londres, 1971) se acordó crear una comisión que se encargara de la estandarización.

Este proceso sigue en marcha. El avance mayor en este sentido ha sido la aprobación del alfabeto oficial en el 4º congreso Mundial Gitano (Varsovia, 1990) y que lideró Marcel Courthiade.

Alfabeto creado por el lingüísta Marcel Courthiade para el Romanó estándar

Alfabeto creado por el lingüísta Marcel Courthiade para el Romanó estándar

 

Este alfabeto no goza de respaldo ni de unanimidad. De hecho es el objeto de frecuentes ataques provenientes especialmente de personas no gitanas cuyos intereses van más allá del lícito afán por mejorar la difusión y enseñanza de nuestro idioma y tienen más que ver con el mantenimiento del status quo que les sitúa a ellos en posiciones de poder respecto a la planificación lingüística y al reparto-apropiación de los escasos recursos dedicados al romanó.

Es verdad que este alfabeto da muchos problemas en el uso ya que no está incorporado a los teclados de los ordenadores y demás artilugios tecnológicos que hoy en día sustentan las comunicaciones y ello conlleva que para poder escribir un símbolo especfífico (por ejemplo ś) haya que pulsar una secuencia de 3 comandos: insertar + símbolo + ś (utilizando Microsoft Word 2007, sí, sí, ya se que estoy un pelín atrasado) lo cual dificulta y retrasa la escritura.

Esto tendría fácil arreglo si hubiera voluntad política de solucionarlo: invertir en crear un teclado adaptado al romanó y difundirlo gratuitamente.

Pero estos señores que gobiernan, aconsejados por los gachós que dominan, prefieren dividir, hacernos creer que es un alfabeto “extraño” (como si los demás alfabetos no lo fueran), mentir sobre la homogeneidad del romanó y la potencia de intercomunicación que tienen todas sus variantes, etc…

Como podéis ver, la situación en el ámbito del romanó es muy similar a la que vivimos en las demás áreas de la política “gitana”.

Bien, con todo y con eso, el romanó, debemos recordarlo, fue declarado como el idioma oficial del Pueblo Gitano ya en el Primer Congreso Mundial de 1971 y si todas y todas asumimos que la bandera allí diseñada y el himno allí compuesto son nuestra bandera y nuestro himno también debemos asumir que el romanó es nuestra lengua. Y ello nos debe impulsar al combate para que se reconozca oficialmente como nuestro idioma propio (junto con los demás idiomas: la mayor parte de los grupos gitanos son plurilingües y, como mínimo, los romanoparlantes son bilingües), se enseñe, se difunda, se potencie la creación artística en romanó, etc… como se hace con las demás lenguas de nuestro entorno. Esto es bueno que lo tengamos siempre en mente: no estamos pidiendo nada del otro mundo ni pidiendo imposibles ni nada que no nos corresponda o ¿acaso pagamos menos impuestos que pagan los demás ciudadanos cuyas lenguas propias son apoyadas por el Estado y las Autonomías?

Sigamos, no obstante, y recordemos también que el romanó es la seña de identidad gitana más compartida por la comunidad gitana. De hecho, en España incluso, la mejor forma de reconocer a otra persona su condición de gitana es intercambiar unas pocas palabras en romanó y con ese simple gesto ya nos situamos en el territorio de la hermandad, de la solidaridad, de lo común.

Aunque España no ha incorporado al romanó entre las lenguas españolas amparadas por la Carta Europea para las Lenguas Regionales y/o Minoritarias, ECRML (una más de las traiciones del Estado español hacia nuestro Pueblo), 15 de los 25 Estados firmantes del tratado ECRML han reconocido al romanó como una lengua minoritaria tradicionalmente presente en su territorio. Es la lengua con mayor número de reconocimientos, jijiji, de todo el ámbito de aplicación del ECRML. Pero este reconocimiento es casi nada o muy poco. Tal y como ocurre en los demás ámbitos de la política “gitana” puesto que la mayor parte de los recursos van a manos de gachós (algunos bienintencionados, otros no tanto) y no repercuten en las comunidades de base.

Igualmente, este obstáculo sería fácilmente superable si hubiera voluntad política: llevo años intentando promover la incorporación del romanó al protocolo de adhesión de España a la Carta Europea de las Lenguas Regionales y/o Minoritarias. Ya sabéis que siñelo mu cabezón y quizás un día de estos convenzo a algún gachocico güeno pero estaría bien que todas y todos los demás colaboraseis desde vuestros respectivos ámbitos. Por lo menos así no me sentiría tan solico, el primo, en esta quimera. Y aquí tenemos una oportunidad magnífica para mejorar la situación del romanó en España.

Por cierto, esa increíble intercomunicación entre los dialectos romaníes es posible porque la gramática romaní es la mimsa en todas partes y es muy sencilla. Esta estructura dota al romanó de una inusitada homogeneidad y constituye otra de sus fortalezas.

Como os decía antes, el proceso de estandarización del romanó continúa: en Rumania tienen libros de texto para la enseñanza del romanó en todos los niveles de escolarización y no solo para enseñanza del idioma sino incluso como lengua vehicular para el aprendizaje de otras asignaturas escolares aunque esto está menos desarrollado; se publican diversas revistas y periódicos en romanó que, aunque no suelen utilizar el alfabeto oficial, sí contribuyen a la difusión de una variante “internacional” que incorpora terminologías internacionales;  en diferentes lugares funcionan emisoras de radio y de televión que emiten en romanó; y la música sigue dándonos las más grandes alegrías: los Rroma siguen cantando en romanó por todo el mundo.

En este contexto ¿qué puedo yo esperar del Instituto Europeo de Cultura Gitana recientemente creado en Berlín (Alemania)? 1º) qué Undebel no permita que se parezca en nada al Instituto de Cultura Gitana de España; 2º) que no lo dominen eurojambos ni eurogachós ni gitanoides ni gitanillos de recién descubierta gitanidad sino personas con raíces en las comunidades de base; y 3º) que invierta dinero en desarrollar la enseñanza del romanó y en implementarla y que esas inversiones no acaben en los bolsillos de los sabios payos de siempre.